Arturo Marvill 6 junio, 2024
Luis Payán está a años luz de ser el lanzador dominante de hace dos temporadas. El corrido de bases es de malo a pésimo. El pitcheo de relevo pues, es sólo un chiste. La ofensiva brilla por su ausencia. Y las caras nuevas pues, sólo vinieron por el dinero, o por lo menos esa impresión da. Todos estos factores los echamos en una licuadora y el resultado de la mezcla es un equipo de Indios totalmente desencajado, sin ángel, sin espíritu de pelea y con jugadores foráneos que cuidan más su físico que ir por una pelota. Estos no son los Indios a los que estamos acostumbrados, por lo menos en el rol regular. A veces da la impresión que la decisión de la directiva de nombrar a Ricardo “Bacatete” Fernández como manager de la tribu, fue más por nostalgia que por deseos de ser campeones. Los Rojos debutaron a su profesional de esta temporada e Indios volvió a sufrir, pues Freddy Quintero tuvo un sólo parpadeo en contra de la mansa ofensiva teporaca, al aceptar un palo largo del menor Carlos Mauldín que se trajo las dos únicas anotaciones de los aborígenes. De ahí en fuera, fue un placentero día de campo para el inicialista de Jiménez.
El encuentro se desarrolló con dos polos opuestos: una fiesta de ponches y bateos entregados a favor de Quintero y entradas de pesadilla para todos los lanzadores de los Indios, que batallaban horrores para poder sacar los outs. Payán aceptó cuadrangular de tres carreras de Ulises Villa y su honorable cuerpo de relevistas otro estacazo de Francisco “Panchón” Sanchez. Todo mientras la ofensiva de los fronterizos era apagada con autoridad, y pudiéramos decir que hasta con facilidad por parte del debutante Freddy Quintero. Yahir Gurrola, otra de las “vacas sagradas” de Indios, atraviesa por un pésimo momento a la ofensiva, pues no le pega ni con guitarra a las pelotas, justo en estos momentos en que más se necesita de su otrora poder. Unos partidos de banca no le vendrían mal, aunque lo malo aquí es la dificultad de encontrar quien lo supla, pues los flamantes foráneos del equipo aborígen se niegan, todos, a rajársela y pelear por los colores de la tribu, pues eso es lo que han demostrado hasta ahora. En tres entradas los Rojos ya ganaban por ocho carreras, mientras que los “Bacatetos” no podían siquiera pisar la tercera base. Ah pero como se añora en estos momentos la presencia del Hulk Díaz. Tal vez pocos se imaginaban que a estas alturas se fuera a llorar literalmente su ausencia por lesión. Hubo instantes en que parecía que los jugadores de Juárez entregaban el partido a propósito, para que el partido se terminara temprano. Y lo lograron. La asistencia feliz de ver como su equipo prácticamente entrenaba el bateo con su oponente y no daba crédito la manera tan sencilla como sus peloteros obtenían apenas su segunda victoria del certamen. El final del encuentro en la séptima entrada no pudo haber sido más burdo e inverosímil y otra vez con el veterano Aaron Aguilar en la lomita. El zurdo terminó ponchando a 4 bateadores, pero sólo dos fueron outs al cometer sendos wild pitches, el último con la casa llena y que se trajo de manera absurda la carrera del nocaut a favor de los locales.
No. Estos Indios no son los Indios. Lejos están de serlo. Queda tiempo de enmendar el rumbo, de componer lo que se enfila como otro año sin campeonato más. Hay manera de arreglarlo? Sí y muchas. La nueva administración de la novena fronteriza está pagando su novatada, pues no es lo mismo manejar los rumbos de toda una zona, la primera, que manejar los rumbos de un equipo del torneo regional. Por fortuna queda camino por recorrer y naturalmente mucho por corregir. La triste realidad es esa, los Indios no caminan y se ven lejos de un nivel de equipo que aspira a ser campeón, después de 24 años de sequía