La última encuesta del Instituto Datafolha publicada el sábado redujo la ventaja de Luiz Inácio Lula da Silva de seis a cuatro puntos, comparado con dos días atrás, con 52% de las intenciones de voto frente a 48% para el presidente.
El ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Lula da Silva libraban este domingo su pulso final por la presidencia de Brasil, en un balotaje de desenlace abierto que mantiene en vilo al gigante sudamericano, profundamente dividido.
La última encuesta del Instituto Datafolha publicada el sábado redujo la ventaja de Luiz Inácio Lula da Silva de seis a cuatro puntos, comparado con dos días atrás, con 52% de las intenciones de voto frente a 48% para el presidente.
En la primera vuelta, los sondeos subestimaron el potencial de Bolsonaro, que finalmente acabó detrás solo por cinco puntos (43%-48%).
El ultraderechista se mostró confiado en su triunfo antes de votar en Rio de Janeiro: «Si Dios quiere, saldremos victoriosos esta tarde». «La expectativa es de victoria», dijo Bolsonaro, vestido con una camiseta amarilla de Brasil.
El mandatario acudió después al aeropuerto internacional de Rio para recibir a los jugadores del Flamengo, flamante campeón de la Copa Libertadores, con 40 millones de seguidores. Jugadores como Rodinei y Fabrício Bruno posaron junto al presidente levantando el trofeo.
Al emitir su voto en las afueras de Sao Paulo, Lula, vestido de blanco, se mostró convencido de que «el pueblo brasileño votará un proyecto en que la democracia vencerá» y deseó que «sea un día de paz» tras una campaña extremadamente tensa.
Pese a la crispación entre ambos campos, la profesora de danza Elisete Silveira, de 46 años, y su marido Alex, un militar de 50, han conseguido mantenerse en armonía.
En Brasilia, salieron a votar unidos de la mano, él con la camiseta amarilla de la selección en apoyo a Bolsonaro y ella vestida de rojo para Lula.
«Acordamos no hablar sobre política en casa para preservar el amor», explicó Elisete, que rió al recordar cómo hicieron campaña por redes sociales sentados en el sofá, cada uno por su candidato.
«Lo que yo quiero son más oportunidades para los negros. Aquí hay mucho prejuicio», dijo por su parte en Sao Paulo Ana Nascimento, una mujer negra de 41 años que trabaja en hotelería y se abstuvo de revelar su voto.
Los colegios electorales cerrarán a las 17:00, hora local y los resultados se esperan pocas horas después.
Nacionalismo, religión, pobreza
Bolsonaro, un excapitán del ejército de 67 años, busca la reelección defendiendo los valores tradicionales y la reciente mejora de los datos económicos -ralentización de la inflación y caída del desempleo-, al tiempo que sigue insuflando un discurso nacionalista.
«¡Brasil encima de todo, Dios encima de todos!», reiteró en sus discursos de campaña.
Un mensaje especialmente apreciado por el agronegocio y la población evangélica, que representa un tercio del electorado.
El presidente ha lanzado mensajes contradictorios sobre si reconocerá los resultados en caso de derrota. El viernes aseguró que lo hará: «El que tenga más votos, gana».
Por su parte, Lula, de 77 años, que gobernó Brasil de 2003 a 2010, promete «arreglar el país» impactado todavía por la crisis de la pandemia y sus 688,000 muertos.
En su campaña destacó sus logros socioeconómicos, como la salida de la pobreza de más de 30 millones de brasileños gracias a iniciativas sociales financiadas con el «boom» de las materias primas.
Cuenta con el apoyo de los más vulnerables y de quienes se resintieron de las políticas y exabruptos del ultraderechista, como los jóvenes, las mujeres y las minorías.
Desinformación e insultos
La campaña para el balotaje fue todavía más abundante en desinformación
, insultos y golpes bajos.
Lula asoció a Bolsonaro con la «pedofilia» y el «canibalismo», mientras que el ultraderechista lo acusó de «borracho» y «traidor de la patria».
El tono agresivo acentuó la polarización y el rechazo hacia ambos líderes.
«Una parte no despreciable votará (a Lula) por el rechazo a Bolsonaro. Lo mismo sucede del otro lado», dijo a la AFP Lara Mesquita, profesora de la Fundación Getulio Vargas en Sao Paulo.
Aunque hay pocos indecisos, «en una disputa tan apretada pueden ser definitivos», afirmó.
El próximo presidente de Brasil asumirá las riendas el 1 de enero.
Si gana Lula «será un gobierno débil», dijo a la AFP Brian Winter, redactor en jefe de la publicación Americas Quarterly. «En Brasil resurgió un movimiento conservador muy fuerte» que se identifica con Bolsonaro.
Esto intensificará «la guerra de valores» en un eventual segundo mandato del presidente, que será una «época de la motosierra» para la Amazonía, donde la deforestación se disparó durante la gestión actual, agregó.