Ocho años o 2923 días después de aquella fatídica noche en Iguala, Guerrero, las calles del centro de Ciudad de México retumbaron ante el grito de “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”. Sin embargo, esta vez no solamente gritaron que “Fue el Estado”, sino que la agresión fue cometida de manera directa por el Ejercito y exigieron castigo para los elementos que participaron en el crimen de Estado.
Acompañando a los familiares de los 43 normalistas de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, desaparecidos el 24 de septiembre de 2014, 7 mil manifestantes, según la Secretaría de Gobierno capitalina, unieron sus voces para reclamar la presentación con vida y justicia para estos. Alrededor de las 4:00 a.m., los últimos contingentes de las escuelas normales rurales presentes, incluidas algunas de Michoacán y Zacatecas, avanzaron para colocarse detrás de la vanguardia, integrada por las madres, padres y compañeros de aula de los 43 normalistas de Ayotzinapa, e iniciaron el andar sobre Paseo de la Reforma.
El dolor de no saber qué sucedió con los “muchachos” y de las declaraciones del último informe sobre la falta de indicios de vida se entremezclaron con una batucada que interpretaba música guerrerense que amenizaba un performance. Adicionalmente, los alumnos llevaban consigo pancartas donde podía leerse “Ayotzinapa. Ocho años” y consignas pidiendo que Enrique Peña Nieto, Tomás Zerón y Jesús Murillo Karam sean juzgados penalmente por lo ocurrido y la creación de la “Verdad histórica”.
La marcha detuvo su andar en el antimonumento en honor a los 43 estudiantes desaparecidos, ubicado en el cruce de Paseo de la Reforma y avenida Juárez. Ahí, la madre de Benjamín Ascensio Bautista, Cristina Bautista, fue la encargada de hacer el pase de lista recordarles y contestar ante cada nombre “¡Presentación con vida!”.
Al caminar, los presentes entonaron en diversas ocasiones el conteo del 1 al 43 para terminar con el grito de “¡Justicia!“ exigiendo la misma al actual gobierno mexicano; además también se escucharon arengas como “26 de septiembre no se olvida. Es de lucha combativa”. Sin embargo, durante la marcha también destacaron dos consignas importantes: lq primera de ellas afirmaba que “Fue el Ejército” el que desapareció a quienes aspiraban a ser maestros; la segunda, que el actual secretario de Seguridad de Ciudad de México, Omar García Harfuch, está implicado en el caso también.
Después de casi dos horas de caminar, madres y padres encabezaron un mitin ante todos los presentes en el Zócalo. Blanca Nava, madre de Jorge Álvarez Nava, expresó el agradecimiento a la gente por seguirles acompañando a ocho años de la desaparición de su hijo; en tanto, Joaquina García Velazquez, madre de Martín Getsemany Sánchez García, pidió a Alejandro Gertz Manero dejar su cargo como fiscal general de la República si no puede resolver el caso y le acusó de ser el que está detrás de los desistimientos de órdenes de aprehensión contra militares.
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Enseguida, Mario César González Contreras emitió un mensaje diciendo que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) está jugando con ellos al apoyar la desestimación de las órdenes de aprehensión contra miembros de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), situación que consideró como un “paso atrás”. Finalmente, Emiliano Navarrete Victoriano, padre de José Ángel Navarrete González, acusó al gobierno federal de cobarde por no querer tocar al Ejército mexicano cuando se implicó a algunos de sus elementos en la desaparición de sus hijos.
Tras la intervención de algunos representantes estudiantiles, los padres y estudiantes de Ayotzinapa entonaron el tema “Venceremos” como su himno de lucha y terminaron el evento de manera oficial. La marcha se realizó de manera pacífica en general, pues la mayoría de las acciones de protesta se basaron en la pinta de consignas en algunos muros y fotografías que eran mostradas como parte de una exposición en Reforma; sin embargo, hubo un conato de violencia sobre avenida 5 de Mayo cuando encapuchados arrojaron bombas molotov contra policías que les impidieron llegar al Zócalo