La Casa Blanca endurece su mensaje tras las matanzas de Bucha y Kramatorsk, aunque el mandatario subraya que deberán ser los juristas quienes determinen la acusación
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó el martes de genocidio las acciones instigadas por su homólogo ruso, Vladímir Putin, en Ucrania, un término que hasta ahora el Gobierno que dirige había evitado. “Cada vez está más claro que Putin solo pretende una cosa, erradicar la posibilidad misma de ser ucranio”, declaró Biden a los periodistas que cubrían su visita a Menlo (Iowa). Su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, que ha usado el concepto repetidamente, elogió en la red social Twitter las palabras del presidente estadounidense y reiteró su petición a los aliados de más armas para defenderse. El Kremlin, por su parte, consideró este miércoles “inaceptables” las acusaciones.
La escalada retórica de la Administración de Biden supone un paso más en las acusaciones que Washington dirige contra Rusia, a cuyas tropas había atribuido hasta ahora la comisión de crímenes de guerra en Ucrania. Pero la consternación mundial por los asesinatos en masa de civiles resuena en el nuevo discurso de la Casa Blanca. En concreto, la matanza de en la estación de Kramatorsk, en el este, que causó más de 50 víctimas mortales, una semana después de la aparición de decenas de cuerpos maniatados y ejecutados en Bucha, a las afueras de Kiev.
Preguntado el lunes si los asesinatos de Bucha le parecían un genocidio, el presidente respondió entonces: “No, creo que es un crimen de guerra”. Ese mismo día, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo que la Administración aún no había catalogado como genocidio las matanzas de Ucrania, mientras sugería la necesidad de un proceso para llegar a tal determinación.
Las declaraciones del martes de Biden se produjeron mientras el demócrata subrayaba los esfuerzos de su Ejecutivo para abordar la inflación, generada en parte por el alto precio de la gasolina desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero. Por la mañana se habían conocido los datos de inflación de marzo, con un nuevo récord interanual, el 8,5%, la tasa más alta en cuatro décadas. “Estoy haciendo todo lo que está a mi alcance, mediante órdenes ejecutivas, para reducir el precio y abordar el aumento de precios de Putin”, dijo, volviendo a señalar a su par ruso como causa de la presión alcista. “Su presupuesto familiar, su capacidad para llenar el depósito, nada de eso debería depender de si un dictador declara la guerra y comete un genocidio a medio mundo de distancia”, dijo, dirigiéndose a la audiencia. El calentamiento de la economía en Estados Unidos sigue una tendencia al alza que se inició en la primavera pasada. La guerra de Ucrania, con la interrupción del suministro de crudo, ha sido la puntilla, pero también una baza política que esgrimir de cara a las inciertas elecciones de medio mandato, en noviembre.
A la pregunta de un periodista sobre si existen pruebas suficientes para calificar de genocidio la acción de los militares rusos en Ucrania, Biden respondió: “Las evidencias aumentan. Se ve diferente a la semana pasada. Están surgiendo más pruebas, literalmente, de las cosas horribles que los rusos han hecho en Ucrania. Vamos a saber más y más sobre la devastación y dejaremos que los juristas decidan internacionalmente si debe calificarse [de genocidio] o no, pero lo cierto es que así me parece”. Para remachar su denuncia, el demócrata añadió la frase relativa a “erradicar la posibilidad misma de poder ser ucranio”, que considera el objetivo final de Putin en la guerra. También apuntó que el equipo legal de la Casa Blanca tomará la decisión final sobre la categorización de los crímenes rusos.
Zelenski aplaudió las declaraciones de Biden como “las palabras auténticas de un verdadero líder”. “Llamar a las cosas por su nombre es fundamental para hacer frente al mal”, subrayó el mandatario ucranio.