Fue vergonzoso el discurso de AMLO en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por las diferencias diametrales entre lo que propone y solicita de la ONU y porque China y Rusia le enmendaron la plana.
El día llegó. López Obrador se presentó en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde se ufanó de concebir una idea nunca antes vista en ese espacio… Olvidó que los embajadores ahí reunidos sí tienen memoria. Que sus dichos únicamente encendían con luz neón los errores cometidos en nuestro país, además de presumir una realidad particularmente lejana a la que vivimos desde que él rindió protesta como presidente de la República.
Su discurso es doblemente vergonzoso. Por un lado debido a las diferencias diametrales entre lo que propone y solicita de la ONU y del mundo, y lo que sucede en nuestro país. Por el otro, constatar el que los embajadores de China y Rusia de inmediato le enmendaron la plana, así como que Human Rights Watch le solicitó que, dada su propuesta de tratar a los migrantes con fraternidad y dignidad, sea México el primero en practicarla con los migrantes que ingresan a nuestro país por la frontera sur y que muchas veces son tratados con abuso por parte de las autoridades de la Cuarta Transformación.
Su desconocimiento de Naciones Unidas, de su estructura, propósitos y funcionamiento, tuvo implicaciones. Facilitó constatar que a nivel mundial no se creen las mentiras de AMLO. Que hay naciones capaces de “cantar” las cosas como son y que algunos que son de izquierda por antonomasia, como Rusia y China, no van a defender al régimen lopezobradorista solo porque dice “yo soy de los suyos”.
Penoso, por decir lo menos, que el representante de Rusia ante la ONU, Vasily Nebenzya, tuviera que señalarle a López Obrador (después de su alocución en el Consejo de Seguridad) lo importante que resulta conocer qué subdependencia del organismo está encargada de tal o cuál tema. Porque, es cierto, hablar sobre de exclusión y la desigualdad en el Consejo de Seguridad de la ONU es desconocer lo que debería discutirse ahí, pero sobre todo lo que puede atender con efectividad esa particular parte de la estructura del organismo. Es pretender borrar la participación y posicionamientos del resto del mundo (de otros países) y querer acaparar los reflectores en aras, no de México, sino de su ego (el de AMLO, naturalmente)..
El primer mandatario debe de estar molesto por los dichos del ruso: “el desarrollo por sí solo no puede permitir garantizar la paz, y la paz no necesariamente garantiza el desarrollo”. Y nosotros debiéramos estar preocupados pues nuestro país tiene hoy muchos más problemas que cuando AMLO se erigió como presidente. Tremendo, si se piensa.
La propuesta de López Obrador de crear un fondo multimillonario internacional para dar transferencias directas de dinero a 750 millones de pobres en el mundo es una copia de sus programas asistencialistas (y clientelares), los cuales solo han logrado producir un mayor número de pobres —pero sobre todo de dependientes— en nuestro país.
La austeridad suicida de la 4T, aquella que dejó sin medicinas a miles y miles de enfermos, sin vacunas anticovid -pero también de otros tipos- a los menores, que destruye la confianza del inversionista, que eleva los niveles de corrupción quedó evidenciada para que todo el mundo la conozca y se lamente por México. Discurso plagado de palabrería vana.
A lo anterior sumarle el que es inadmisible que López Obrador, siendo el anfitrión en turno, increpara a la ONU en “la fiesta internacional” que se organizó para esta ocasión.
Lo dicho por AMLO en Naciones Unidas quedará como una de las peores intervenciones de cualquiera presidente. Lástima que teniendo una oportunidad para hacer o propulsar un verdadero cambio, López Obrador prefiera mentir. Ya no es bueno. Sabemos, sin embargo, que él le habla a su público de casa y por lo mismo se da el lujo de aparentar ser candil en Naciones Unidas, pero significar en realidad una densa penumbra para México.