El sábado finalmente la Crew Dragon de SpaceX lograba despegar tras un primer intento frustrado por las condiciones climáticas, logrando acoplarse con éxito a la Estación Espacial Internacional. Algo que pudimos seguir de manera muy inmersiva desde diversos streamings y con imágenes de alta definición.
De hecho, quizá sea de los acontecimientos notorios en la carrera espacial estadounidense que hayamos podido ver con más lujo de detalles y prácticamente a tiempo real. Algo que ocurre gracias a tecnologías que nos serán bastante familiares y que no son precisamente nuevas, pero que como vimos dan muy buen resultado.
En general la calidad de los streamings actualmente es muy buena y ya no sólo porque los buenos equipos para grabar/fotografiar están cada vez más al alcance de más usuarios: hace tiempo que los móviles son más que suficientes para emitir directos e incluso grabar documentales o películas. No hay problema para colocar o enviar buenos equipos al espacio (si el presupuesto lo permite), pero lo que hay que salvar es algo quizás más básico: una buena conexión.
No obstante, pese a no haber sustrato físico para instalar fibra o cable y estar a 400 kilómetros, desde el primer tweet desde el espacio en la ISS se han estado usando los mismos protocolos que en la Tierra, dado que a esa distancia (y sin tantas interrupciones como se dan a más distancia) el protocolo TCP/IP funciona (que puede que nos sea familiar al ser el que se usa en la actualidad para el envío de paquetes de información).
Sobre el streaming, Robert Frost (instructor y controlador aéreo de la NASA) explicó que la ISS usa dos tipos distintos de comunicación para obtener las señales provenientes de la tierra según sean datos críticos o no: la S-Band (para telemetría y audio) y la Ku-Band (para los datos y vídeos). La Ku-Band devolvía datos a 300 Mbps, en los cuales se incluyen los vídeos de seis cámaras y el internet que usan los astronautas, aunque esta velocidad se dobló en 2019 hasta 600 Mbps.
Los datos de la ISS llegan a tierra firme gracias a la comunicación con una red de antenas terrestres llamadas Space Network y un sistema de satélites de telecomunicaciones llamado Tracking and Data Relay Satellites (TDRS). Los datos después se envían a los centros de la NASA donde se interpretan, y todo esto tiene un retraso de menos de un segundo.