Es uno de los problemas de salud pública más acuciantes en los países desarrollados y todo indica, según las previsiones de la OMS, que las cifras seguirán creciendo exponencialmente salvo que la población sea consciente de la importancia de una dieta saludable.
El problema de salud que afecta al 40% de los adultos
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La OMS estima que una persona adulta no debería sobrepasar la ingesta de 2 gramos de sal al día, cuando en la práctica esta cantidad se duplica.Sebastian Radu
La hipertensión arterial afecta a una de cada tres personas adultas en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó recientemente un informe donde alerta de las cifras de una afección que en España es ya el principal factor de riesgo de enfermedad y muerte. Los hábitos de vida saludables esconden, una vez más, la receta para que nuestra presión arterial esté en el rango adecuado. Y entre ellos, la dieta ocupa una parte fundamental.
La OMS ha llamado la atención sobre la falta de tratamiento adecuado que sigue pendiente (habla cuatro de cada cinco afectados), cuestión que de resolverse podría evitar 76 millones de muertes de aquí al año 2050. Según la OMS, el número mundial de afectados se ha duplicado en los últimos veinte años, con el riesgo que eso supone en cuanto a sufrir ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares, entre otros problemas graves de salud.
La prevalencia actual en España de la hipertensión, personas que tienen una presión arterial de 140/90mmHg o superior, se estima entre tres y cuatro personas de cada diez. Un promedio que aumenta con la edad, de forma que a partir de los 65 años la cifra se eleva hasta un 60 por ciento.
Entre los factores de riesgo se pueden reconocer dos tipos. Por un lado lo relacionado con el estilo de vida, y por tanto modificable, y por otro lado, factores de carácter inmutable, como los antecedentes familiares, la edad o la raza. En cuanto a los primeros, el primer paso clave a dar es la revisión de nuestros hábitos alimentarios.
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¿Por qué la sal se relaciona con la hipertensión?
La hipertensión supone que la fuerza sanguínea que circula en las arterias sea constantemente muy alta, lo que provoca que el corazón tenga que bombear más sangre de lo habitual. En países desarrollados este sobreesfuerzo lo provoca en gran medida una dieta poco saludable, en la que la sal, las grasas saturadas y los azúcares son los protagonistas.
El exceso de peso provoca cambios en los vasos sanguíneos, mientras que el exceso de sal puede provocar retención de líquidos, que es directamente proporcional al aumento de la presión arterial. A esto hay que añadir que si bien la ingesta de sal no debería exceder los 2 gramos diarios para una persona adulta, se estima en los países desarrollados esta cifra llega al doble e incluso lo supera.
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Una dieta sin sal es posible
En los alimentos más consumidos en España, como pueden ser el pan y el queso, se encuentran índices elevados de sodio. La buena noticia es que hay recursos para evitar el exceso: desde el pan sin sal, ya muy presente en las panaderías, hasta la reducción por la que apuestan las propias queserías en aras también de una dieta más saludable.
La dieta saludable pasa también por evitar, o al menos reducir a la mínima expresión, productos como embutidos, cereales y platos precocinados donde la sal tiene una presencia demasiado destacada. A esto puede añadirse la posibilidad de, a la hora de cocinar, sustituir la sal por otros condimentos que enriquezcan el sabor del alimento.