La Navidad surgió como una forma de celebrar el nacimiento de la figura de Jesús entre los cristianos, alrededor del año 400 d.C. Además de la misa, considerada la fiesta y celebración religiosa cristiana por excelencia, los días de Navidad se constituyeron como toda una sucesión de simbologías en torno a la llegada al mundo de Cristo, el verdadero “Mesías” según la tradición cristiana.
Hoy en día, sin embargo, el verdadero significado de la Navidad se ha desdibujado un poco, habiéndose convertido incluso en una celebración casi más de tipo civil que religioso, aunque vivida con la misma alegría y entusiasmo aún por muchos tipos diferentes de personas.
La mezcla, además, de simbologías y tradiciones procedentes de diversos tipos de culturas (como ocurre con la figura de Papá Noel), ha hecho que la Navidad se viva en la actualidad de múltiples formas y con distintos tipos de simbología navideña, que ponen de manifiesto el poder que la globalización ejerce en el mundo. El verdadero origen de la Navidad tiene lugar, a pesar de todo, en la Biblia cristiana, y se menciona en los capítulos 1 y 2 de los libros de Mateo y Lucas.
Los hombres sabios: los tres Reyes Magos de Oriente
Según la tradición, después de que Jesús naciese, unos hombres sabios vinieron a verle procedentes de la zona en la que hoy se encuentran Arabia Saudí e Irán. Estos hombres sabios, a los que comúnmente se les denomina “los tres Reyes Magos”, se cree que eran una representación de los entonces tres continentes principales de la Tierra: África, Asia y Europa.
Estos hombres peregrinarían en busca de Jesús, sabedores de la relevancia que su figura tendría, y con el objetivo de agasajarle y festejar su llegada mostrando sus respetos y llevando sus regalos con motivo del nacimiento.
La tradición cultural define a los Reyes Magos como a hombres relacionados con la cultura, la inteligencia y el aprendizaje, a los que probablemente hoy llamaríamos filósofos o científicos. Estos hombres habían visto una estrella nunca vista antes en el cielo, la cual interpretaron como un anuncio de la llegada al mundo de un rey muy especial para el futuro de la humanidad. Gracias al destello de la estrella los Reyes Magos siguieron la dirección que les conducía hacia el este y, finalmente, encontraron el lugar donde se alojaban María, José y el niño Jesús, en un pesebre situado en Belén.
Allí, según nos cuentan los breves relatos que hablan de sus majestades los Reyes Magos, agasajaron al niño con valiosos regalos, al parecer oro, incienso y mirra; regalos que simbolizaban tres cosas clave sobre la figura de Jesús, según la tradición cristiana:
Oro: este era un regalo muy valioso, por lo que era considerado ideal para un “mesías”.
Incienso: el incienso es una resina que, al quemarla, desprende un olor muy agradable, y es frecuente que se utilice en misas y eventos religiosos en honor a Cristo, entre otros lugares.
Mirra: la mirra es un aceite vegetal que desprende un aroma bastante fuerte, y que era muy utilizado en los enterramientos porque además simbolizaba la “humanidad”.
La historia de Jesús según la religión cristiana
Herodes, el rey de Nazaret, se enteró un día de la llegada del niño Jesús, al que consideró una amenaza desde entonces. De hecho, tanto tuvo Herodes entre ceja y ceja a Jesús, que mandó a sus soldados para que acabaran con él. Entonces, ante la amenaza, Dios le dijo a José en un sueño que se llevara a María y al bebé y que escapara muy lejos, en dirección a Egipto.
Y así lo hicieron, y vivieron allí hasta que murió el rey Herodes y pudieron volver a vivir a Nazaret. No sabremos mucho más de Jesús en los escritos hasta aproximadamente doce años después, y más tarde en torno a su treintena, pero esa ya es otra historia…
¡Seguro que conoces muchas de esas otras narraciones, como la que da forma a la festividad de la Semana Santa! ¿A que sí? Y es que, durante milenios, es algo que se ha transmitido de generación en generación y que comparten diferentes culturas. ¿No es asombroso? ¡La Navidad es muy poderosa!