La presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, llegó en la noche de este martes a Taiwán en medio de fuertes tensiones y amenazas de China, que considera a la «isla rebelde» parte de su territorio.
El avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que llevaba a la tercera máxima autoridad del gobierno de EE.UU. aterrrizó en la capital taiwanesa, Taipei, sobre las 10:40 PM (hora local).
Tras su llegada, Pelosi emitió un comunicado en el que negó que su visita vaya en contra de la política internacional de su país y que muestra el «compromiso inquebrantable» de Washington con Taipei.
«La solidaridad de Estados Unidos con los 23 millones de habitantes de Taiwán es más importante hoy que nunca, ya que el mundo se enfrenta a una elección entre la autocracia y la democracia», dijo, y agregó que la visita no contradecía la política de Estados Unidos sobre Taiwán.
La visita de nuestra delegación a Taiwán honra el compromiso inquebrantable de Estados Unidos de apoyar la vibrante democracia de Taiwán. Nuestras discusiones con los líderes de Taiwán reafirman nuestro apoyo a nuestro socio y promueven nuestros intereses compartidos, incluido el avance de una región del Indo-Pacífico libre y abierta», señaló.
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Medios locales de Taiwán informan que Pelosi se reunirá el miércoles con la presidenta Tsai Yingwen, antes de ir al parlamento de Taiwán y visitar un museo de derechos humanos por la tarde.
La Casa Blanca no ha respaldado oficialmente la visita y el propio presidente Joe Biden dijo a periodistas que «los militares creen que no es una buena idea», pese a que su gobierno calificó la retórica china contra cualquier viaje como «claramente inútil e innecesaria».
Dado que el Congreso es una rama independiente del gobierno de EE.UU., Biden no tiene potestad para impedir el viaje de la jefa de la Cámara.
Qué respondió China
La posibilidad de la visita, que forma parte de una gira por Asia, ya había elevado las tensiones entre Washington y Pekín, y el gobierno chino había amenazado con «fuertes consecuencias», si Pelosi llegaba a Taipei.
Poco después del aterrizaje, la Cancillería de China condenó la visita y la calificó una «seria violación» de su soberanía nacional.
«La visita socava gravemente la soberanía y la integridad territorial de China, socava gravemente la base política de las relaciones chino-estadounidenses y envía una señal muy equivocada a las fuerzas separatistas de la ‘independencia de Taiwán'», dijo en un comunicado.
La Oficina de Asuntos de Taiwán del Partido Comunista Chino también cuestionó la visita y añadió que cualquier intento de buscar la independencia de Taiwán «será destrozado por la poderosa fuerza del pueblo chino».
Medios oficiales informaron que aviones de guerra Su-35 habían cruzado el estrecho de Taiwán, y el Ministerio
de Defensa anunció el cierre de algunas áreas próximas a la isla a barcos y aviones comerciales para conducir «importantes ejercicios militares» a partir del 4 de agosto.
Contextos
La última vez que un político estadounidense de tan alto rango viajó a Taiwán fue 1997, cuando el también presidente de la Cámara, Newt Gingrich, llegó a la isla.
China ve a Taiwán como una provincia rebelde que se reunificará con el continente tarde o temprano.
Mientras, Taiwán se ve a sí mismo como un país independiente, gobernado democráticamente, pese a que nunca ha declarado oficialmente su independencia.
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Si bien Estados Unidos mantiene lo que llama una «relación sólida y no oficial» con Taiwán, tiene vínculos diplomáticos formales con China y no con la isla.
El viaje de Pelosi se produce también en medio de mayores tensiones entre Washington y Pekín, y en un contexto en el que China ha realizado varias incursiones aéreas y navales en la isla vecina.
Taiwán se haya a unos 120 km de la costa del sureste de China y se encuentra en la llamada «primera cadena de islas», que incluye una lista de territorios amigos de Estados Unidos que son cruciales para su política exterior.
Pelosi ha cuestionado el autoritarismo del gobierno chino por décadas y la propaganda de Pekín la insulta frecuentemente. En 1991, como congresista de California, visitó Pekín y desplegó una pancarta contra la masacre de Tiananmen, solo dos años después de que las tropas chinas abrieran fuego contra los estudiantes que protestaban alrededor de la plaza de ese nombre. La demócrata es también una defensora abierta del Dalai Lama y de los derechos de los tibetanos.
De hecho, en 2015, visitó Lhasa, la capital del Tíbet, en un viaje estrictamente controlado y autorizado por el gobierno chino.
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