La mayoría de los casos de esta enfermedad son esporádicos, y los factores ambientales pueden influir mucho en su aparición
La terapeuta Alicia Costa trabaja la motricidad fina con Paquita Esquerdo en el centro de día de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Teulada-Moraira.
La terapeuta Alicia Costa trabaja la motricidad fina con Paquita Esquerdo en el centro de día de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Teulada-Moraira.
Existen más de 100 causas conocidas de demencia, una condición general (no enfermedad específica) caracterizada por un deterioro significativo en las funciones mentales que limita la autonomía de la persona. La más común de todas es el alzhéimer (50-70 % de los casos), una enfermedad neurodegenerativa de origen desconocido e incurable hasta el momento.
El enigma del alzhéimer: su incidencia cae un 16% cada década sin que exista ningún fármaco
En esencia, la enfermedad de Alzheimer implica la acumulación anormal de una serie de proteínas (tau y β-amiloide) en el cerebro.
El proceso se inicia, de forma silenciosa, hasta varias décadas antes del diagnóstico.
Aunque a menudo existe la falsa creencia de que se trata de una enfermedad hereditaria con origen genético, se estima que solo un porcentaje muy pequeño de casos (inferior al 1 % aproximadamente) puede explicarse por una mutación específica en ciertos genes (PSEN1, PSNE2 y APP).
Por tanto, la mayoría de los casos de alzhéimer son esporádicos, en los cuales las hipótesis epigenéticas cobran cada vez más fuerza. Así, los factores ambientales (exposición a tóxicos, dieta o estrés) pueden inducir cambios silentes y graduales en la actividad de nuestros genes, desencadenando finalmente la aparición de la demencia.
¿Se puede prevenir el alzhéimer?
Hasta finales del siglo XX, hablar de prevención en las demencias era un planteamiento casi utópico. Pero el panorama ha cambiado bastante en los últimos años, sobre todo después de que la demencia se haya reducido en algunos países desarrollados. Es más, diversas instituciones sanitarias de prestigio (OMS, Comisión Lancet y otras) consideran que la demencia se puede prevenir. Esto abre nuevas puertas hacia intervenciones basadas en la modificación de los factores de riesgo que dispongan de una evidencia contrastada.