Con una capacidad para 400 personas, el gimnasio municipal “Kiki” Romero tenía albergados hasta ayer a 348 migrantes, aproximadamente la mitad de ellos entre cero y 12 años de edad, quienes necesitan ropa interior, sandalias y toallas de baño.
De acuerdo con su coordinador, y director de Derechos Humanos del Municipio, Rogelio Pinal, se trata tanto de personas que han sido detectadas en casas de seguridad por las autoridades municipales y estatales, como de centroamericanos que han sido expulsados de Estados Unidos a México bajo el Título 42.
Debido a las amenazas que recibió, “Leiri” tuvo que huir de Honduras el 27 de julio pasado con sus tres hijos, de 16, 10 y seis años de edad, pero tras cruzar la frontera por el sector Valle del Río Grande, todos fueron expulsados a México a través de Ciudad Juárez.
“Venimos por amenazas, pero no nos quisieron escuchar ahí… sin decirnos ninguna explicación, no nos preguntaron nada, de dónde veníamos, porqué viajábamos, ni nada. Sólo nos montaron a un avión. Preguntamos para donde nos llevaban y no nos dijeron nada, no nos dijeron que veníamos deportados de nuevo. Se nos hace injusto porque ni tan siquiera nos hicieron una pregunta. Yo les dije que era de verdad lo que estamos pasando, pero no nos quisieron escuchar”, reclamó al gobierno de Joe Biden.
“Leiri” y sus hijos formaron parte del grupo de 260 personas que expulsó el pasado lunes 9 de agosto Estados Unidos a Juárez, luego de haber cruzado la frontera de Reynosa, Tamaulipas a McAllen, Texas.
De acuerdo con Pinal, solamente el lunes ingresaron al “Kiki” Romero cerca de 150 personas, 27 de las cuales fueron encontradas en casas donde habían sido encerradas por los traficantes de personas antes de cruzarlos la frontera o en espera de que les depositaran el dinero del cruce. El resto, fueron parte de los expulsados de Estados Unidos bajo el Título 42.
Aunque el gobierno de Estados Unidos había informado a las autoridades mexicanas que diariamente expulsaría a Ciudad Juárez bajo el Título 42 a un mínimo de 100 y un máximo de 120 migrantes; el lunes envió a las 260 personas a través del puente internacional Lerdo- Stanton.
De ellas, más de 120, en su mayoría madres o padres solos con hijos menores de ocho años, pidieron ser trasladados a un albergue, por lo que fueron llevados al “Kiki” Romero.
El gimnasio municipal abrió sus puertas el 5 de abril de este año, como un espacio filtro, para evitar la propagación del Covid-19 en los albergues de la ciudad y ante la necesidad de los extranjeros que no tenían en donde dormir ni qué comer al ser expulsados de Estados Unidos.
El espacio fue acondicionado con literas, divididas en áreas de mujeres solas y con hijos pequeños, hombres solos con hijos, familias y hombres solos.
Desde entonces, ha albergado a más de 4 mil personas, quienes pueden permanecer hasta seis días en el lugar, y si solicitan mayor tiempo de albergue en el séptimo día son trasladados al Centro Integrador para Migrantes (CIM) Leona Vicario, en donde su estancia puede ser indefinida.
Gracias a su cocina comunitaria, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) proporciona la alimentación de todas las personas albergadas en el “Kiki” Romero y el CIM; un doctor de Centros Comunitarios del Municipio se encarga de monitorear su estado de salud y ahí se les proporciona ropa, ya que la mayoría llegan sin nada, porque permanecieron por semanas encerrados en las casas de seguridad, en espera de ser cruzados a Estados Unidos, o porque aseguran que al ser detenidos en el vecino país los agentes estadounidenses les tiran todas sus pertenencias a la basura.
Por ello, el personal del gimnasio municipal solicitó el apoyo de la comunidad para recabar ropa interior nueva para niños, adolescentes y adultos, como calcetines, calzones y brasieres; toallas de baño y sandalias.
Se usted quiere apoyarlos puede acudir a la calle Codorniz número 6601, y avenida De los Aztecas, en la colonia Aztecas.