En el histórico plebiscito de este domingo 25 de octubre millones de chilenos votaron por el «Apruebo» para cambiar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), por lo que te explicamos qué significa.
La decisión de un referéndum se logró el año pasado tras las mayores protestas de los últimos 30 años, en las que los ciudadanos expresaron su descontento por los modelos de educación, salud y pensiones que instaló la dictadura. Y que por la brutalidad policial, según el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), decenas de personas fallecieron, y otras 400 resultaron con lesiones oculares.
De acuerdo con el resultado del Servicio Electoral, 7,4 millones de votos escrutados, el 78,2% —equivalente a 5,8 millones de sufragios— favoreció la opción apoyada por la oposición de centroizquierda de reemplazar la Carta Magna del dictador Augusto Pinochet (1973-1990) y un 21,7% —1,6 millones— optó por la propuesta de la mayoría del oficialismo derechista de mantenerla.
Los chilenos que votaron en el extranjero también elegieron tener una nueva Carta Magna. Más de un 86% voto por el reemplazo. Unos 60 mil chilenos sufragaron en 219 mesas de votación en 65 países.
En la segunda pregunta: «¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución?», los ciudadanos elegieron una convención constituyente, que estará formada por 155 ciudadanos elegidos en su totalidad por voto popular.
Ahora este resultado debe ser acatado. El siguiente paso esta programado para abril de 2021, en esa fecha se debe elegir quiénes escribirían la Nueva Constitución. Y posteriormente se llevaría a cabo un nuevo plebiscito, agendado inicialmente para junio de 2022, en el que se aprobaría o rechazaría el texto propuesto.
El presidente chileno Sebastián Piñera, que se oponía a este cambio, dijo durante un discurso que estaba «orgulloso de lo que juntos los chilenos hemos logrado», sin embargo, «este plebiscito no es el fin. Es el comienzo de un camino, que juntos deberemos recorrer para acordar una nueva constitución para Chile».
Además, expresó que «una Constitución nunca parte de cero, porque representa el encuentro de las generaciones. Siempre debe recoger la herencia de las generaciones que nos antecedieron».
Mientras el mandatario se pronunciaba sobre el resultado, miles de chilenos se lanzaron a celebrar el resultado del referéndum en una céntrica plaza usada para los festejos y las protestas. Similares festejos se celebraban en plazoletas de la periferia de la ciudad.
Desde el mundo de los ambientalistas, Matías Asún, director nacional de Greenpeace Chile, felicitó el proceso de «participación democrática» de los chilenos y agregó que «el camino que iniciamos para construir una nueva Constitución es una oportunidad histórica para revertir las profundas inequidades e injusticias sociales y ambientales existentes en el país… para reconocer nuestro carácter plurinacional y priorizar la protección de la naturaleza».
La decisión democrática de escribir una nueva Constitución pondría en el debate temas como cuál debe ser el papel del Estado en derechos como la salud y la educación. La Ley Fundamental vigente desde 1981 marca diferencias entre la salud pública y privada. Lo mismo sucede en la enseñanza. Además, permitió la privatización del sistema de pensiones, que entrega jubilaciones muy bajas para los que tienen menos dinero.
El modelo económico y social de libre mercado fue mantenido por la oposición de centroizquierda que llegó al poder tras la restauración de la democracia en 1990.
Las principales demandas expresadas en las protestas que siguieron al estallido de hace un año expresaron el descontento de una mayoría con las jubilaciones, la salud y la educación, entre muchas otras. Hasta ese momento Chile era considerado como uno de los países más modernos y prósperos de la región, cuando se desconocía la magnitud del descontento social.
También hace un año era impensable reformar la Constitución legada por la época de Pinochet porque exige 2/3 de los votos (66%) de diputados y senadores, porcentaje que no tienen ni el oficialismo ni la oposición.
La exigencia de la súpermayoría se extiende a otras leyes muy importantes. En Chile el agua puede ser usada por los dueños de los derechos de uso y un intento opositor por transformarla en un bien de uso público fracasó a comienzos de este año porque la oposición no tuvo los 2/3 de los votos. Sí está asegurado el consumo humano.