Cansados y recelosos, los mandatarios de la Unión Europea se preparan hoy para el cuarto día de estira y afloja en torno a un presupuesto europeo sin precedentes de mil 850 millones de euros (2 mil 100 millones de dólares) y un fondo de recuperación debido al coronavirus, tras un fin de semana de reuniones interrumpidas, puñetazos en la mesa e insultos.
Bajo la luz del sol en la terraza del centro de reuniones Europa, hoy por la mañana parecía haber por fin un destello de esperanza de que las conversaciones para ayudar al continente a salir de la pandemia con un paquete de ayudas sin precedentes no están condenadas en absoluto. “Se ve más optimista que cuando pensé por la noche: ‘Se acabó’”, dijo el primer ministro de Holanda, Mark Rutte, blanco de buena parte de las críticas.
La reunión, una de las más largas en la historia del bloque, hizo un receso y se esperaba que volviera a empezar el lunes por la tarde. Te recomendamos Reino Unido se abastece con 90 millones de vacunas para el coronavirusInvestigarán posibles impacto del Mercosur con la UE “Todo lo que quiero es una solución en lugar de archivar el problema”, dijo el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas.
En alusión a las discrepancias, añadió: “También se ve: hacen falta enormes esfuerzos para volver a hacer a Europa unida fuerte. La pandemia nos impactó a todos”.
Hicieron falta un emotivo discurso durante la cena del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, implorando a los mandatarios que no fallaran en su unión, que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, pegara un puñetazo en la mesa en gesto de enfado y una nueva ronda de planteamientos presupuestarios para que la cumbre siguiera en marcha.
Estaba previsto que los dos días de reuniones terminaran el sábado, pero las profundas discrepancias entre los 27 mandatarios obligaron a extender las negociaciones en dos días adicionales.
Rutte, que lidera a un grupo de cinco países adinerados del norte -Holanda, Austria, Finlandia, Suecia y Dinamarca- intentaba limitar costes e imponer estrictas garantías de reformas. Fue criticado por Macron, Italia y Hungría, cuyo primer ministro, Viktor Orban, preguntó por qué el holandés tenía tanto “odio” hacia su persona.
Con información de Milenio