Uno de los acuerdos de producción mundial de petróleo más dramáticos de la historia se ha quedado pendiente de aprobación por un personaje inesperado: el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
Durante semanas, Rusia y Arabia Saudita, dos potencias energéticas, han estado peleando sobre la producción de petróleo, y su disputa ha provocado la caída de los precios del crudo.
Eso atrajo al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con un fuerte interés en hacer que los precios se estabilicen y en apoyar a la industria del esquisto de Estados Unidos mientras hace campaña para la reelección en noviembre.
Las principales naciones petroleras no lograron acordar el viernes recortes récord de producción en las conversaciones del G-20 para aumentar los precios, hundidos por la crisis del coronavirus, ya que Arabia Saudita se enfrentó con México a pesar de una oferta de mediación del presidente Donald Trump.
Arabia Saudita, Rusia y sus aliados, que conforman el grupo informal OPEP+, alcanzaron el jueves un pacto para reducir el bombeo de petróleo en una cantidad equivalente al 10% de los suministros mundiales, y dijeron que querían que otras naciones recortaran un 5% más.
Pero los esfuerzos para concluir el acuerdo chocaron con la postura de México, que dijo que solo reduciría la producción en una cuarta parte del monto exigido por la OPEP+.
Las medidas para frenar la propagación del coronavirus han secado la demanda de combustible para aviones y autos, tensando los presupuestos de las naciones productoras y golpeando a la industria del esquisto estadounidense, más vulnerable a los precios bajos del crudo por sus costos más altos.
Y, sin embargo, cuando Moscú y Riad finalmente parecieron encontrar un terreno común sobre los recortes de producción, en una reunión el jueves de las naciones de la OPEP+, que siguió a una oleada de actividad diplomática y llamadas de alto nivel, fue México quien puso fin a esto.
López Obrador se negó a firmar el acuerdo, incluso después de que las otras 22 naciones firmaron el pacto para recortar 10 millones de barriles por día en un intento por frenar la caída de los precios. Desde su oficina en Palacio Nacional de la Ciudad de México, el presidente estaba preocupado por una sola cosa: Petróleos Mexicanos (Pemex).
La petrolera mexicana, con una deuda de más de 100 mil millones de dólares, es la pieza central de su administración para ser autosuficiente en la generación de energía y detener una disminución de la producción en 15 años. Recortar 400 mil barriles por día para cumplir con el acuerdo de la OPEP+ retrasaría su ambicioso plan para devolver a Pemex a su gloria pasada.
Fuente:Agencias/Infobae/EF