Sri Lanka vivió un sangriento Domingo de Resurrección. Hasta el cierre de esta edición, 290 personas murieron y 450 más resultaron heridas primero por una cadena de seis atentados con bombas contra tres iglesias del país y tres hoteles de lujo y por otras dos explosiones: una en un zoológico y otra durante un operativo que dejó tres policías muertos.
Las tres ciudades atacadas son la capital, Colombo, Negombo y Batticaloa. Entre las víctimas hay al menos 35 extranjeros, entre los cuales hay cinco británicos, tres indios, tres daneses, dos turcos, un holandés y un chino. Además de portugueses, belgas, japoneses, bangladeshíes, paquistaníes y estadundienses.
Tras las ocho explosiones, el gobierno decretó estado de emergencia, la policía impuso un toque de queda y bloqueó redes sociales para impedir la difusión de noticias falsas.
Además, la Policía anunció el arresto de 13 sospechosos de estar ligados a los ataques. El primer ministro del país, Ranil Wickremesinghe, reveló que las fuerzas de seguridad habían recibido avisos de posibles ataques en el país, “pero no se le prestó la suficiente atención”.
Hasta el cierre de esta edición, ningún grupo se había atribuido los atentados. Mientras las autoridades clasificaron el hecho como ataques “extremistas”. En 2018, el país declaró emergencia tras enfrentamientos entre musulmanes y cingaleses budistas.