La banda tocó y la gente se arremolinaba sobre el Presidente. Petroleros, campesinos, funcionarios e invitados especiales compartieron carpa en la Refinería “Miguel Hidalgo” por el aniversario de la expropiación petrolera. Hoy, como hace 81 años, la gente mostró solidaridad y clamó justicia. Y hoy, como entonces, el Gobierno federal ofreció esperanza.
“¡Con Andrés, con Andrés, petroleros con Andrés!”, cantaron las camisas blancas de Petróleos Mexicanos (Pemex). El Huapango de Moncayo y el grito de “¡unidad!” —de los petroleros— se mezclaron. Hubo fiesta y ceremonia para quien encarna “la esperanza de México”: Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Un vacío, no obstante, marcó la tarde en Tula, Hidalgo. Carlos Romero Deschamps, líder del Sindicato de los Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) se ausentó por primera vez en sus 26 años al frente de esa organización a uno de los eventos más significativos para la ahora Empresa Productiva del Estado y para el país.
Rechazado por los petroleros y denunciado penalmente en innumerables ocasiones desde el “Pemexgate”, en 2004, Romero Deschamps sólo figuró en carteles en que aparecía su rostro con el cuerpo de una rata. “¡No más! Que se acabe con el huachicoleo en Hidalgo; pero sobre todo, que se acabe con el raterismo en Pemex”, exigieron los integrantes del Movimiento Social por la Tierra (MST) en representación de varios grupos de campesinos.